Opinión

Cambios sin fronteras

Informática: una frontera menos

La informática, la principal disciplina que nos condujo desde una época de cambios hasta un “cambio de época” ha superado una nueva frontera. Ahora puede operar en “exaflops”.

Esto es muy importante porque, cada vez más, el desarrollo de la ciencia se basa en “modelos de simulación” que demandan mayor capacidad de computación. Cuanto más precisos y detallados sean los “modelos” mejores resultados podrán obtenerse en la disciplina que se estudia.

Por eso, hoy en día, la producción de la mejor ciencia está en manos, en gran medida, de quienes cuentan con los mejores equipos de computación.

Existe una publicación que hace “tracking” de las 500 supercomputadoras más rápidas del mundo. Un artículo reciente, publicado en el prestigioso periódico financiero “Financial Times”, da cuenta de los dos reportes anuales que se publican sobre el tema.

Según este reporte, la computadora más poderosa que jamás haya existido está ubicada en el “campus” del Oak Ridge National Laboratory (dependiente del Departamento de Energía de los Estados Unidos), y fue bautizada “Frontier”.

Se trata de una máquina de U$ 600 millones que consiste en 74 gabinetes (cada uno pesa tanto como un camión) refrigerado por más de 22.700 litros de agua por minuto y conectada por casi 145 kilómetros de cable, capaz de procesar un billón de billón de operaciones por segundo (una medida conocida en computación como exaflop)

La velocidad de procesamiento de estos supercomputadores se acelera regularmente. En los últimos 7 años creció 10 veces, desde el orden de los 100 millones de billones hasta el billón de billón por segundo.

En total, 173 de estas supermáquinas están en China, un 35% más de las que tiene los Estados Unidos (que poseen 128). De esta manera, el país asiático reafirma su liderazgo en un campo crítico para el avance científico tecnológico, un área en la que revlea primacía desde los años 2000.

Es interesante notar que, aun cuando estas computadoras tienen especial aplicación en las ciencias, la mitad de ellas están en poder de la industria, un hecho que demuestra una vez más la importancia de la articulación público-privada en el fortalecimiento del ecosistema de innovación en una economía moderna.

Estos superequipos, aplicados a la formulación de “modelos” climáticos, energéticos, aeroespaciales o biomédicos permitirán el desarrollo de soluciones más apropiadas para los desafíos que enfrentamos en todos esos campos.

Por esta razón, es necesario promover, a través de la cooperación internacional, mecanismos que aseguren una sana competencia por desarrollar más y mejores supercomputadores, evitando que las tensiones geopolíticas retrasen el progreso y demoren las soluciones que buscamos.

La pandemia del COVID 19 nos ha enseñado, de una manera muy dolorosa, cuanto tenemos para ganar compartiendo información y trabajando colaborativamente y cuantas vidas se ponen en juego cuando actuamos en contra de lo que indica el sentido común.

Una civilización que ha logrado desarrollar la tecnología en la que se basan estas supercomputadoras debería ser capaz de rescatar la ética de la colaboración para fortalecer la provisión de bienes públicos globales.

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