El cambio está en todas partes y avanza a una velocidad desconcertante. No se trata tan solo de un fenómeno económico o tecnológico, es un vector que penetra con determinación en cada esfera de nuestras vidas.
La cultura, los valores, las costumbres sociales, la música, el deporte, la religión, las artes plásticas, todos los ámbitos de nuestra existencia individual y comunitaria se ven afectadas por una ola de cambios exponenciales.
Aunque la humanidad atravesó transformaciones radicales en el pasado, lo que distingue nuestro presente es una serie de cambios sin fronteras tecnológicas, culturales o sociales. Atravesamos una época de cambios que se transformó, paulatinamente en un cambio de época.
Además de los cambios políticos, económicos y sociales que hemos vivido en particular desde el fin de la guerra fría (desarrollados en otros artículos), la era de la información y la revolución tecnológica ahora forman y forjan nuestra vida diaria.
Los desafíos que imponen la conectividad y la digitalización –fertilizadas por Big data, inteligencia artificial y robótica– constituyen un cambio de época profundo, que le está dando forma a una nueva economía y un nuevo ideario político a lo largo y a lo ancho del globo.
Los Cambios sin fronteras no se basan apenas en un fenómeno aislado, en un hecho singular o en una nueva tecnología, sino que se configuran a partir de la fertilización cruzada de un conjunto de eventos y tecnologías que se potencian e influencian recíprocamente.
Esta nueva época de la sociedad internacional define nuevos parámetros de producción y consumo, mayor demanda de alimentos y energía, un ciclo acelerado de urbanización, cambios en el sistema educativo y en la provisión de servicios de salud.
Estamos frente a un nuevo escenario, dinámico y complejo. Y aún así, deberíamos considerarnos afortunados si nuestros desafíos se limitaran a lidiar con estas nuevas realidades. Ojalá tengamos la oportunidad de trabajar en el proceso de adaptación a esta nueva época. Temo que la rapidez, profundidad y dinamismo del cambio que enfrentamos conviertan ese deseo en una quimera