En esta era ya no nos debatimos si somos o no miembros de la sociedad global sino cómo vamos a participar en ella. Dice Robert Shapiro en su libro 2020: Un nuevo paradigma: “No hay modo de escapar a este futuro.
Ningún país posee ya la libertad de decidir que no acepta lo que le depara la demografía, la globalización o el nuevo mapa geopolítico”. Esa es, justamente, la definición del aislamiento internacional que vivimos en Argentina durante la última década y media. Argentina estaba aislada porque no participaba de la sociedad global.
No significa que hoy el país tenga un rol protagónico en la elaboración de los criterios. Pero sí puede construir de forma paulatina y constante un rol de “vecino responsable del mundo” y ayudar a promover activamente instancias en las que estos criterios que guíen la sociedad global se discutan. No todos los países pueden liderar todos los debates globales pero todos pueden impulsar ideas y contribuciones.
Ahora, si los retos mundiales en la actualidad son diferentes, más complejos e indivisibles, ¿por qué no hay, entonces, mayor cooperación internacional para definir esos parámetros que nos permitirían hacerles frente de una forma más efectiva?
¿Por qué las nuevas y poderosas tecnologías de la comunicación no han sido todavía herramientas plenamente eficientes para promover dinámicas de concertación, integración y equidad global?
Ocurre que el mundo de las finanzas y el de las nuevas tecnologías avanzan mucho más rápidamente que las estructuralos ciudadanos del planeta se intensifican claramente, todos el tiempo. Cada día surgen propuestas para reformar instituciones internacionales antiguas y sus procedimientos, emergen nuevas instituciones de organización política. Pero, poco a poco, la humanidad parece haber empezado a pensar soluciones.
Los esfuerzos para generar un sistema de coordinación global que fije algunos parámetros comunes para todos los países y todos s (como el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, AIIB) y se fortalecen nuevos mecanismos (como el G20, del que Argentina fue anfitrión en 2018) para mejorar la calidad y el alcance de los sistemas de gobernanza global. Los ciudadanos del mundo estamos reaccionando; falta mucho, pero podemos ser cautelosamente optimistas.