Cada etapa de la civilización humana se asentó en el uso de un tipo de energía. La madera en la era del desarrollo agrícola y el carbón en la revolución industrial fueron sustituidos por el petróleo en la economía moderna.
El uso intenso de los hidrocarburos en un contexto de cambios tecnológicos disruptivos, nos permitió alcanzar niveles de producción y consumo de una intensidad sin precedentes en la historia humana. En efecto, la complejidad y sofisticación de nuestro sistema productivo ha permitido que, por primera vez en la historia, la mitad de una población mundial de más de 7000 millones de personas viva en clase media (es decir, con ingresos de entre 11 y 110 dólares diarios a paridad de poder de compra)
Sin embargo, ese mismo sistema nos enfrenta a la realidad de que el poder agregado de nuestras fuerzas productivas está afectando por primera vez el equilibrio entre la humanidad y la naturaleza En las últimas tres décadas tuvo lugar el florecimiento de la industria de las energías renovables, que promete aumentar la disponibilidad de energía sin afectar el medio ambiente.
En estos años, las energías renovables han progresado enormemente en una gran cantidad de frentes, reduciendo los costos de producción, la dependencia de los subsidios y aumentando su participación en la matriz energética mundial. Por eso las hemos sindicado como uno de los sectores emblemáticos de la Nueva Economía.
Su emergencia y las mejoras tecnológicas que han logrado desarrollar son el resultado de una fértil interacción con otras disciplinas. La producción de energía eólica, por ejemplo, depende crucialmente de la capacidad de medir apropiadamente la velocidad y profundidad del viento.
La tecnología LIDAR (Detección y Medición de Luz) está siendo desarrollada y sometida a pruebas para su aplicación. Esta técnica basada en láser realiza mediciones de los campos eólicos de una forma más flexible y económica.
Del mismo modo, el uso de algas o de la ligno-celulosa para la producción de biocombustibles o la utilización de bacterias para el tratamiento de residuos representan desarrollos promisorios para los próximos años.
Otra vez, la biotecnología, la informática y la ecología se combinan para proveer soluciones efectivas a los nuevos desafíos que enfrentamos.