En los años que faltan para completar esta segunda década del siglo, los países emergentes tienen la posibilidad real de llegar a producir casi el 60% del Producto Bruto Mundial (a paridad de poder de compra, PPP, por sus siglas en inglés: Purchase Power Parity).
El mayor crecimiento en su participación se ha producido en la última década, cuando su ritmo de crecimiento duplicó al de los veinte años anteriores. Casi el 70% del crecimiento global entre 2010 y 2016 provino de las economías emergentes.
Allí se ha originado en los últimos años una nueva generación de empresas multinacionales que están tomando por asalto la economía global. No sólo vienen de China e India, las economías más dinámicas de las últimas décadas, sino también de otros rincones menos obvios del planeta como Brasil, México, Sudáfrica, Rusia, Indonesia, Egipto o Turquía.
A diferencia de las olas anteriores de empresas multinacionales (que gozaban de protección en su mercado interno para poder exportar a precios bajos) estas nuevas multinacionales tuvieron que ganar dinero a precios jamás vistos en las economías industriales avanzadas, revolucionando las estrategias corporativas conocidas hasta ahora.
Los cambios tecnológicos, la creación de empleo, el nuevo rol de las economías emergentes y los nuevos modelos de negocios prometen un futuro de cambios, que definirán la sociedad del futuro.
En ese contexto, el cambio político, económico y social más relevante que vive el mundo desde el siglo XIX es la emergencia de una nueva clase media global.
Es posible que, en los últimos 10 años, la clase media global se haya expandido lo suficiente como para que –por primera vez en la historia de la humanidad– más personas vivan en ese sector social que en la pobreza hoy en día.
Tal evento, implica, sin duda, una revolución en la producción de energía y alimentos y una fuerte competencia por los recursos hídricos. El equilibrio geopolítico por venir será probablemente muy diferente del que conocimos hasta ahora.
Será un futuro más incierto e imprevisible donde escasearán las verdades fijas y permanentes. Requerirá una nueva forma de ejercer el poder y una nueva relación de los ciudadanos con la política y el estado.
Más que una época de cambios transitamos, verdaderamente, un cambio de época.
