En 1989 caía el muro de Berlín, desaparecía la Unión Soviética -uno de los líderes mundiales en la segunda mitad del siglo XX- y el mundo parecía quedar en manos de un líder único: los Estados Unidos de América.
La integración de los mercados financieros y comerciales, conocida popularmente como “globalización”, se aceleró de manera fulminante creando nuevos negocios y oportunidades para millones de personas y generando al mismo tiempo enormes desafíos y amenazas para la humanidad.
La política global ecualizaba democracia con libertad económica. A mediados de la década de los 90, se popularizaba una red informática llamada “internet”, que cambiaría radicalmente la manera en que nos comunicamos, las formas de producir y consumir y el funcionamiento de muchas instituciones sociales.
En unos pocos años su uso se generalizó de manera exponencial y se convirtió en una parte importante de la vida de mucha gente, acelerando todavía más la integración de mercados y globalización.
La fórmula integrada por la democracia occidental y la economía de mercado parecía cerrar los históricos debates acerca de cómo organizar mejor la vida de una sociedad y con ese argumento hubo quienes pregonaron que la humanidad había alcanzado el “fin de la historia”.
En materia económica la desaparición del comunismo soviético no sería la última novedad de la época. Incluso unos pocos años después de la caída del Muro de Berlín, multitudes de manifestantes marchaban contra la globalización en las reuniones de organismos internacionales cuestionando el efecto social de la integración de los mercados.
Las marchas tuvieron escaso impacto en la formulación de políticas aunque los disconformes lograban hacerse oír en pleno apogeo de las reformas de mercado, que alcanzaron su cenit con el llamado “Consenso de Washington”.
Cuando esas protestas perdían fuerza, y parecía que la disputa acerca del rol del Estado y el del mercado en la economía estaba superada y se había saldado a favor de este último, explota una crisis financiera –en 2007– sin precedentes en ocho décadas, que estuvo a punto de derrumbar el sistema financiero internacional, afectando a millones de personas y amenazando la estabilidad económica global durante casi una década. Seguro que la historia no había terminado.