El Panel Independiente creado por la OMS acaba de presentar su informe el pasado 12 de mayo. Me alegró tener la oportunidad de aportar algunas ideas en sus reuniones de expertos.
Siempre he sido un defensor de la necesidad de reparar la escasez de bienes públicos globales que experimenta nuestra sociedad global moderna. Hoy en día, todas las partes interesadas deben rendir cuentas. El sector privado tiene un papel importante que desempeñar.
Mis contribuciones recurrieron a experiencias recientes mientras trabajaba en el sector privado, así como a lecciones aprendidas mientras estaba al frente de la ONUDI, entre 1997 y 2005, cuando desarrollamos programas con grandes corporaciones como Ericsson, BASF, Fiat y otras.
Durante esos años trabajamos arduamente con miras a crear conciencia sobre la necesidad de fortalecer la oferta de Bienes Públicos Globales. Con demasiada frecuencia vemos las devastadoras consecuencias de no cumplir con esa tarea. La crisis financiera mundial de 2007-2008 nos mostró cuánto necesitamos la estabilidad financiera internacional, como bien público. La pandemia del SARS-CoV-2 puso al descubierto los costos dramáticos de no proporcionar seguridad sanitaria mundial en la medida necesaria.
Sin duda, proporcionar Bienes Públicos Globales es una responsabilidad colectiva que requiere la participación activa de todas las partes interesadas, incluidos los actores no estatales; sin embargo, la cuestión delicada es cómo aterrizar adecuadamente este concepto de una manera viable y procesable.
Nos enfrentamos a un problema sistémico. Cualquier intento de abordarlo de manera fragmentada o mediante arreglos operativos podría ser erróneo.
Para una solución sistémica, el cumplimiento de dos condiciones previas clave es fundamental.
En primer lugar, la innovación institucional, especialmente en materia de gobernanza. Por ejemplo, la crisis financiera de 2007-2008 dio origen a la Junta de Estabilidad Financiera, para abordar los problemas en sus raíces. Necesitamos definir una nueva arquitectura para dar forma, organizar y movilizar la voluntad colectiva de todas las partes interesadas – involucrando al sector privado estratégicamente – para fortalecer las instituciones existentes y reconfigurar la provisión de Seguridad Sanitaria Global.
En segundo lugar, debemos desarrollar capacidades y hacerlo con anticipación. Las habilidades y capacidades distribuidas deben estar en su lugar más temprano que tarde si de hecho queremos salvar las brechas sobresalientes en conocimientos, habilidades, información, logística, capacidad productiva y acción cooperativa cuando llegue el momento. Y, de hecho, ya ha llegado el momento.
Para que el sector privado participe de manera más estratégica en la preparación y respuesta ante una pandemia, debemos dotar de manera significativa a nuestro sistema de gobernanza actual con un enfoque drásticamente más anticipatorio y más factible para permitir un estado adecuado y estable de preparación antes de posibles eventos disruptivos importantes. Y esto debe hacerse mientras se hace frente a la incertidumbre. Necesitamos una visión y la capacidad de traducir esa visión en acciones de manera eficaz.
El foco es fundamental. Si buscamos enfocarnos en múltiples dimensiones a la vez y nos involucramos en giros incrementales o simplemente buscamos financiamiento para programas, es probable que no consigamos que el sector privado se incorpore como socio estratégico. Para hacerlo, se requieren objetivos bien definidos, metas claramente articuladas, acción decisiva y, por último, pero no menos importante, marcos de incentivos nacionales e internacionales adecuados.
Estos conceptos pueden ser mejor explicados destacando tres áreas de enfoque para la asociación público-privada en el contexto de pandemia:
A modo de ilustración: se podría confiar en el sector privado para fortalecer una red mundial centrada en la OMS y estrechamente unida digitalmente de capacidades de vigilancia de virus, es decir, en forma de “observatorios inmunológicos regionales”, para apoyar la detección temprana de nuevos brotes de virus. y detectar y vigilar los patrones de respuesta a las enfermedades de la población. Con este fin, se puede recurrir a incentivos tales como exenciones fiscales y otros incentivos.
Se puede confiar en un plan similar sobre bases permanentes para mejorar, mejorar y aumentar el número de instituciones dedicadas a la salud que requieren un uso intensivo de recursos humanos, incluidas universidades, centros privados de formación e investigación y ONG.
La OMS también podría trabajar con organismos asociados de las Naciones Unidas, como la ONUDI, para identificar / monitorear / certificar las capacidades productivas y facilitar el acceso a los conocimientos y capacidades tecnológicos pertinentes, generando una lista de empresas que pueden adaptarse rápidamente para producir equipos e insumos críticos relacionados con la salud. incluyendo ropa protectora y similares, atendiendo así emergencias y demandas de herramientas críticas para salvar vidas.
Por último, aunque lanzar llamamientos a acciones humanitarias para redistribuir el stock existente de vacunas es políticamente importante, se necesitarían políticas específicas para abordar la dramática escasez general de vacunas, considerando que actualmente no menos de 100 países aún tienen acceso a una dosis única, como advirtió el Secretario General de la ONU en varios foros la semana pasada.
La creación desordenada e improvisada de redes internacionales de subcontratación para aumentar la producción tampoco es una forma adecuada de abordar la escasez crítica y recurrente en la capacidad de fabricación de vacunas. En cambio, la situación actual exige el desarrollo urgente de redes de producción debidamente certificadas, autorizadas y reguladas siguiendo las pautas acordadas.
El enorme costo de la pandemia hace que la justificación para la provisión de incentivos al sector privado (por ejemplo, exenciones de impuestos, financiamiento, medidas regulatorias, etc.) sea bastante clara, dado su enorme impacto potencial al poner en juego las iniciativas propuestas.
Las naciones emergentes cuentan con una gran cantidad de centros de I+D e innovación relacionados con la salud de clase mundial con una gran cantidad de conocimientos, creatividad y experiencia relevantes, así como con múltiples componentes privados relevantes de la infraestructura de atención médica. Estos recursos deben incluirse debidamente en todas las iniciativas y, al mismo tiempo, fortalecerlos, actualizando y ampliando sus capacidades críticas.
Iniciativas como estas pueden ayudar a involucrar al sector privado de una manera más estratégica en la preparación y respuesta a las pandemias.