La revolución tecnológica que dipararon la informática y las telecomunicaciones en las últimas décadas del siglo pasado se ha expandido a velocidad exponencial, fertilizando otras disciplinas (biotech, nanotech, etc) y transportándonos al mundo de la Digitalización, Big Data y la Inteligencia Artificial.
Se trata de un punto clave para la historia de la humanidad; todo lo que suceda de ahora en más sucederá a una velocidad a la que no estamos acostumbrados, siquiera remotamente. Algunas proyecciones tecnológicas nos permiten atisbar cuán profunda será la revolución que la conectividad generará en nuestra vida diaria:
Es sorprendente lo que está sucediendo en este siglo XXI: aunque suene a película de ciencia ficción, es imposible predecir los límites que cruzarán pronto la inteligencia artificial y la robótica, y como modificarán la existencia humana. Pero el hecho de que sea más difícil pronosticar el futuro no debería ser leído como un mal augurio.
Aunque la incertidumbre genera ansiedad y temores también podría ser una fuente de esperanza. La tecnología nos permite soñar con una mejor calidad de vida y una sociedad más activa, abierta e integrada en el futuro.
Por supuesto, tales metas no se alcanzan de manera automática. Estarán bajo asedio de múltiples amenazas. Las mismas tecnologías pueden ser usadas para controlar y dirigir la vida humana y para limitar la libertad de los ciudadanos. Por eso necesitamos cooperar más que nunca. La humanidad ya sabe cuan importante es trabajar en conjunto para superar amenazas potencialmente devastadoras.
El desarrollo de la energía nuclear sirve de ejemplo. Larevolución tecnolóigica que vivimos nos fortalece y nos exige al mismo tiempo.