Opinión

Cambios sin fronteras

Cambios sin fronteras en la era del COVID-19

En febrero de 2003 tuvimos un primer aviso. SARS, un coronavirus detectado en Asia, se expandió a 24 países en América, Europa y Asia, antes de ser detenido en julio de 2003.

Luego apareció MERS en Medio Oriente. Por sus características (originado en camellos y transmitido por contacto muy estrecho, en hospitales) no se convirtió en una amenaza global.

En enero de 2020 llegó finalmente la primera pandemia en un siglo, provocada por el SARS-CoV-2. Como se ha dicho en este blog, generó una triple crisis: sanitaría, económica y de liderazgo, todas ellas interconectadas y realimentadas recíprocamente.

En un año y medio se registran más de 170 millones de personas infectadas y un registro superior a los tres millones y medio de muertos (algunas cálculos llevan esa cifra a los 10-13 millones analizando el excedente de decesos reportados comparados con años anteriores). Se estima que la economía global se contrajo 3,5%, la mayor caída en tiempos de paz en más de un siglo.

En ese contexto desolador, la ciencia y la tecnología se convirtieron en nuestra esperanza. Y con razón.

Compartiendo información y publicando material la comunidad científica se dedicó a explotar a fondo la infraestructura de conocimientos acumulada desde la última pandemia (gripe española en 1918) acerca medición de anticuerpos, evaluación de su funcionamiento en el sistema viral, ciclo de vida del virus, etc., para producir una respuesta coordinada.

Y lo hizo con una rapidez sin precedentes. Secuenciar el código genético del SARS en 2003 llevó tres meses. En 2020, decodificar el del COVID-19 insumió apenas unos días. Tres meses después las primeras vacunas iniciaban sus ensayos clínicos. En apenas un año, las primeras vacunas fueron aprobadas para uso de emergencia en una gran cantidad de países.

Al día de hoy contamos con más de quince vacunas, utilizando distintas tecnologías.

 

Vacunas de virus inactivado               Vacunas de vector adenovirus

Sinopharm (BBIBP)                                               Oxford-AstraZeneca

Sinopharm (WIBP)                                                Sputnik V

Coronvac                                                                 Sputnik light

Covaxin                                                                    Johnson & Johnson

Covivac                                                                    Convidecia

QazCovid-in

 

Vacunas de subunidades proteicas   Vacunas de RNA mensajero

EpiVacCorona                                                        Pfizer-BioNTech

RBD-Dimer                                                            Moderna

 

Algunos avances, como el de las vacunas que utilizan mensajero RNA, son realmente sorprendentes. En pocos meses de 2020, la ciencia logró sintetizar y aplicar investigaciones que llevaron décadas, para desarrollar nuevas vacunas.

Básicamente, el RNA mensajero es una molécula que “genera un puente” de la información genética contenida en el DNA de una célula, desde su núcleo a su plasma, donde es traducida en proteínas.

Con esta tecnología, las vacunas que utilizan el mensajero RNA instruyen al cuerpo humano que produzca la proteína “spike”, ubicada en la superficie del virus, disparando la generación de anticuerpos que rechacen el COVID-19. Como se ve, no necesita inyectar una versión atenuada del virus en el organismo, tal como lo hace la tecnología tradicional de vacunación.

El RNA es inestable y no es sencillo trabajar con él. Con ayuda de la nanotecnología los científicos lograron depositarlo en una pequeña partícula de lípidos, para diseñar luego una versión de esa nano-partícula que pudiera ser inyectada en humanos de manera segura.

Las innovaciones en biología sintética hicieron el resto, contribuyendo de manera clave para desarrollar la producción de vacunas basada en esta técnica.

El mensajero RNA es un logro extraordinario. Promete aplicaciones inesperadas hace poco tiempo. Incluso posibilitaría un desarrollo más rápido de nuevas vacunas.

Más vacunas, de mejor calidad, aplicadas a través de planes de vacunación efectivos, ofrecen perspectivas de recuperación de la economía y de nuestras libertades. Casi 2.000 millones de dosis han sido aplicadas en menos de 6 meses.

Tuvimos razón de confiar nuestras esperanzas en la ciencia. Estuvo a la altura de las expectativas y ha sido capaz de producir cambios que atraviesan fronteras físicas y del conocimiento.

Una vez más, nos ofrece la oportunidad de pensar en un futuro mejor. Y convertir al SARS-CoV-2 en la última pandemia.

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